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21 octubre 2024

ANFITEATROS ROMANOS










El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.

Oscar Wilde







Los anfiteatros romanos eran estructuras monumentales, diseñadas para albergar eventos masivos de entretenimiento, como luchas de gladiadores, cacerías de animales y ejecuciones públicas. Originados en el siglo I a.C., estas construcciones se diferenciaban de los teatros por su forma circular o elíptica, que permitía a los espectadores rodear por completo la arena central, garantizando una vista clara desde cualquier ángulo.

El anfiteatro más famoso es el Coliseo de Roma, inaugurado en el año 80 d.C., que podía acoger hasta 50.000 espectadores. Estas construcciones estaban diseñadas con gradas escalonadas, organizadas según la clase social: los ciudadanos de mayor estatus se sentaban cerca de la arena, mientras que los menos favorecidos ocupaban las áreas más alejadas.

El nombre "anfiteatro" proviene del griego "amphi," que significa "en ambos lados," y "theatron," que significa "lugar para ver," reflejando su diseño envolvente. Estas imponentes edificaciones no solo eran centros de entretenimiento, sino también símbolos del poder y la organización del Imperio Romano, mostrando la capacidad de los romanos para crear obras arquitectónicas funcionales y masivas, destinadas a la vida pública y el ocio.




ANFITEATROS


 





Anfiteatro de Mérida (España)


En Anfiteatro de Mérida fue construido en el año ocho a.C. Edificado junto al Teatro, y solo lo separa una antigua calzada. En este lugar se celebraban las luchas de gladiadores y otros espectáculos que simulaban batallas o cacerías y lucha entre animales salvajes en escenarios artificiales que recreaban bosques, selvas con lagunas o desiertos, todo ello sobre las grandes tarimas de madera, que formaban la arena. Está situado a pocos metros del TeatroRomano. Muy próximo al Anfiteatro se encuentra la Casa del Anfiteatro, que es una vivienda romana del siglo I a.C. Tras su abandono, con la oficialización del cristianismo en el siglo IV d. C., parte de su estructura se fue ocultando bajo tierra y la que quedó descubierta, sobre todo la summa cavea, sirvió como cantera de extracción de materiales para otras obras..

Desde el siglo XVI se creía era una naumaquia el lugar de celebración de simulacros de batallas navales, para lo que se basaban en la profundidad de su foso central y la proximidad de algunos tramos de acueducto. Las excavaciones a partir de 1919 corrigieron el error y le devolvieron su verdadera identidad.



03 marzo 2024

TARRAGONA EN UN DIA











Vivir en los corazones que dejamos tras nosotros, eso no es morir.

Thomas Campbell

En el frío mes de febrero de 2024, reanudamos nuestras excursiones de dos noches, esas escapadas que nos permiten descubrir rincones cercanos sin alejarnos demasiado de El Campello. Esta vez, el destino elegido fue Tarragona, una ciudad que ya habíamos pasado en otras ocasiones, pernoctando brevemente, pero que teníamos pendiente por descubrir. La existencia de vestigios romanos antiguos me llevó a planear este viaje, fieles a nuestra tradición de viajar en este mes del año. 

El alojamiento que seleccioné estaba a una hora de Tarragona, en un lugar estratégico, también a solo quince minutos de Vinaroz. Elegimos el Hotel Tancat de Codorniu, en Alcanar, el primer pueblo de la provincia de Tarragona. La elección fue impecable, no solo por el precio, sino también por el encanto del lugar. Durante dos noches, nos hospedamos en una acogedora cabaña, equipada con todas las comodidades imaginables, en un entorno que invitaba a la tranquilidad. Un lugar que, sin duda, nos dejó con deseos de regresar.

Antes de esa primera noche, pasamos la tarde en Vinaroz, el último pueblo de la provincia de Castellón. Fue un acierto visitarlo en esos días previos al bullicio del carnaval. Mientras caminábamos por su paseo marítimo, respirando el aire salado y fresco del invierno, nos deleitamos con unos exquisitos pasteles en la Patisseria Cocoa. No fue la única sorpresa; también nos encontramos con una exposición fascinante de trajes y utensilios del Carnaval de Vinaroz, dispuesta en una iglesia desacralizada junto al Mercado Central. 




El viaje a Tarragona fue, sin duda, una grata experiencia. La ciudad, conocida por su riqueza histórica y sus impresionantes ruinas romanas, está en la región de Cataluña, en el noreste de España. Su legado como antigua Tarraco, capital de la provincia hispana romana de Tarraconensis, le ha otorgado un lugar de honor en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

La exploración de esta ciudad  tras una complicada llegada debido a la huelga de agricultores que ralentizó el tráfico, mereció la pena. Pese a los inconvenientes, llegamos a media mañana, dispuesto a patear la  Tarragona. La primera parada fue uno de los emblemas de la ciudad, el Balcón del Mediterráneo, desde donde nos deleitamos con una espectacular vista de la extensa costa azul y del majestuoso anfiteatro romano que descansa a su orilla.

Continuamos el recorrido descendiendo al Anfiteatro Romano, una construcción que data del siglo II d.C. que originalmente albergaba espectáculos de gladiadores ante miles de espectadores. El descubrimiento de las múltiples capas de su historia es sorprendente especialmente el hecho de que sobre esa misma arena se erigieron, con el tiempo, edificaciones tan dispares como iglesias y conventos, y hasta una prisión, revelando la capacidad humana de reutilizar y redescubrir espacios.

Concluida la visita elegimos para comer el restaurante Gure Etoki, ubicado en el corazón del casco antiguo de Tarragona, donde disfrutamos de una estupenda comida. Después de esto nos dirigimos hacia otro monumento significativo, la Catedral de Tarragona. Esta magnífica estructura, cuya construcción se prolongó desde el siglo XII hasta el siglo XIX, es un testimonio de las diferentes épocas que han quedado inmortalizadas en sus piedras. Vimos los restos del palacio del emperador Augusto y también las influencias del arte románico, gótico y renacentista.

No menos impresionante fue la visita a las antiguas murallas de Tarraco. Caminamos a lo largo de los 800 metros de muralla que aún se mantienen en pie, una muestra palpable de la importancia defensiva de la ciudad durante siglos. Su buen estado de conservación permite imaginar la Tarraco del pasado.

Al final del día, llegamos al lugar donde una vez se erigió el teatro romano. A pesar de que poco queda de su estructura original, las fotografías del año 1909 evidenciaron su antigua importancia. El teatro, desmantelado a lo largo de los siglos para dar lugar a extensiones de la ciudad y nuevos usos, como los almacenes, es un recordatorio de cómo la historia a menudo se sobrepone a sí misma.

Tarragona no es solo una ciudad con un legado arquitectónico impresionante, es también un ejemplo del dinamismo cultural y de la resiliencia urbana que la hacen, para mi, merecedora de ser la capital de la región catalana. Visitar Tarragona es hacer un viaje en el tiempo, donde cada piedra y cada rincón cuenta una historia, enlazando el pasado romano con la vibrante vida actual de esta excepcional ciudad costera y turística.

CORRUPCION