09 diciembre 2024

BAVIERA EN NAVIDAD



Ayuntamiento. Marieplatz


"Si algo puede salir mal, saldrá mal."




La última vez que habíamos pisado Baviera fue en el verano de 2012. Por aquel entonces, en apenas cinco días, exploramos Múnich, Salzburgo, Augsburgo y Füssen. Esta vez, más de una década después, decidimos regresar, pero en un escenario completamente diferente: finales de noviembre, entre el 26 y el 3 de diciembre, acompañados de mi hermana y mi cuñado. El reencuentro con esta tierra fue un mosaico de experiencias, repleto de luces navideñas y paisajes invernales, eso sí, sin nieve.


Llegamos por la tarde y nos instalamos en el hotel Abasto Feldmoching, a media hora en metro del centro de Múnich. Esa primera noche fue breve. Cenamos y nos fuimos a descansar. La mañana siguiente nos llevó al Palacio de Nymphenburg, situado a las afueras de la ciudad. El trayecto, aunque sencillo gracias al eficiente sistema de transporte bávaro, tuvo su dosis de experienci: 12 paradas de metro hasta la estación central y, desde allí 7 en el tranvía de la Línea 17 que nos dejó justo en la puerta.


Múnich, como siempre, destaca por la puntualidad y frecuencia de sus transportes públicos. La IsarCard, que adquirimos con validez para toda la semana, fue nuestra aliada indispensable. Por apenas 18 euros por persona, nos permitió desplazarnos ilimitadamente en metro y tranvías, un gran ahorro si consideramos que un trayecto sencillo cuesta 3,90 €. La tarde del 27, después de visitar el palacio, la dedicamos a pasear por la ciudad y observar  los mercadillos navideños, que comenzaban a desplegar su magia en cada rincón.



Palacio Nypemburg



Salzburgo y un desliz en el tren

El día 28 amaneció con un nuevo destino en mente: Salzburgo, la ciudad de Mozart. Tomamos un tren regional gracias a un billete grupal económico. Sin embargo, por las prisas y un despiste mío, nos subimos a un tren rápido, lo que nos obligó a pagar un suplemento durante el trayecto. El regreso, por suerte, lo hicimos correctamente con los billetes originales. En Salzburgo nos dedicamos a lo más típico: visitamos la imponente Fortaleza de Hohensalzburg, recorrimos mercadillos y almorzamos en un restaurante italiano. Mientras ellos exploraban el Palacio Episcopal, junto a la catedral, yo me fui a ver de nuevo y fotografiar la Iglesia de San Pedro, el cementerio adyacente y el limitado pero interesante centro histórico. A pesar de su fama, Salzburgo nunca me ha cautivado demasiado; para mí, es una ciudad sin un atractivo especial más allá de su estética impecable.

 

Redescubriendo Múnich

El 29 lo dedicamos a profundizar en el centro de Múnich. Recorrimos su catedral, algunas iglesias y, por supuesto, los omnipresentes mercadillos navideños. Noté cambios significativos desde mi última visita: el centro, aunque reconocible, lucía con más amplitud, modernidad y tiendas renovadas. La transformación de la ciudad era palpable, como si el tiempo no solo hubiese pasado, sino dejado huella.

El día 30 nos quedamos en Múnich para visitar la Residenz, el antiguo palacio de los reyes bávaros. Su reconstrucción, tras los estragos de la Segunda Guerra Mundial, es impresionante. De hecho, gran parte de Múnich fue arrasada durante el conflicto, y caminar por sus calles es como admirar una ciudad que se rehízo a sí misma.

 

Augsburgo

El 1 de diciembre nos desplazamos a Augsburgo, esta vez en un tren regional económico. La ciudad nos recibió con un frío matutino que intensificaba el ambiente navideño. Paseamos por el mercadillo de la plaza del Ayuntamiento, visitamos la catedral, la iglesia de San Ulrich y Santa Afra y también la sinagoga, símbolos de una ciudad con raíces profundas y variadas. Aunque pequeña, Augsburgo nos ofreció un respiro tranquilo.




Estación Ausburg


 

Conclusiones bajo las luces navideñas

El último día lo reservamos para caminar por Múnich y hacer las compras de regalos. Aunque los mercadillos navideños bávaros son pintorescos, debo admitir que no alcanzan el encanto de los de Viena, donde los puestos dedicados a ornamentos navideños superan con creces a los de comida. Además, noté un cambio cultural en Múnich desde 2012: una diversidad racial y cultural más marcada, algo que observo en muchos lugares a los que he regresado tras una década, con la excepción de Viena.

En cuanto al clima, fuimos afortunados. Excepto por el día lluvioso en Salzburgo, el frío fue moderado y las predicciones de temperaturas gélidas y nieve no se materializaron.


Así cerramos otro capítulo navideño en una ciudad centroeuropea, cargados de recuerdos. No creo que regresemos a Baviera. 

 

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