02 diciembre 2024

CORRUPCION

 






"Los corruptos no destruyen el sistema; lo perfeccionan a su favor, porque conocen sus grietas mejor que quienes lo defienden."



Corrupción Política en España

 

La corrupción política está enraizada en la historia de muchas democracias. España no es una excepción. En los últimos quince años, los principales partidos políticos, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han protagonizado escándalos que han sacudido la confianza de los ciudadanos. Este texto analiza la corrupción en España con una idea clara: los corruptos no son idiotas. No actúan por casualidad. Lo que hacen está planeado. Hay algo frío y metódico en todo esto, como si lo practicaran.

 

La corrupción no se explica por incompetencia. Los corruptos son calculadores. Conocen el sistema y saben cómo explotarlo. Operan en un entorno hecho para ocultar. Instituciones débiles, controles insuficientes y una cultura política que premia la lealtad antes que la ética.

En España, los patrones son claros:


  1. Redes de influencia. Círculos cerrados que garantizan el silencio y la complicidad.
  2. Uso de recursos públicos. Contratos, subvenciones, empresas estatales. Todo a su servicio.
  3. Blindaje político. Manipulan las leyes y las instituciones para protegerse.

 

Casos del PP

 

Caso Gürtel. En 2007 salió a la luz una red de sobornos en el PP. Maletines de dinero, regalos de lujo. Francisco Correa, el líder, desvió más de 120 millones de euros. Todo estaba calculado. Crear una estructura paralela, fuera del radar legal.

Caso Púnica. En 2014, otra trama: contratos fraudulentos a cambio de comisiones. Esta vez incluyeron empresas tecnológicas para limpiar la imagen de los implicados en redes sociales.

Caso Bárcenas. Luis Bárcenas, tesorero del PP, manejó una contabilidad B. Sobres con dinero para altos cargos. No era algo pequeño, afectaba al corazón del partido.

Caso Lezo. Ignacio González desvió fondos del Canal de Isabel II a cuentas en el extranjero. Para no dejar rastro, usaron estructuras internacionales.

Caso Kitchen. Recursos del Ministerio del Interior para espiar a Bárcenas y encubrir pruebas. Aquí, el Estado se convirtió en una herramienta para proteger al partido.

 

Casos del PSOE


Caso ERE. En Andalucía, entre 1999 y 2022, se desviaron 680 millones de euros. Fondos destinados a empresas en crisis terminaron en los bolsillos equivocados. José Antonio Griñán y Manuel Chaves, exlíderes del PSOE, fueron condenados.

Caso Mediador. En 2023, salió a la luz una red de sobornos. Un intermediario conectaba empresarios con diputados del PSOE. Las comisiones ilegales giraban en torno a tecnologías sanitarias.

Caso Invercaria. Una empresa pública andaluza concedió préstamos sin control ni criterios claros. Fondos públicos usados como si fueran privados.

Caso Koldo. En plena pandemia, se cobraron comisiones ilegales en contratos de suministros médicos. No fue el mayor desfalco, pero ocurrió en un momento crítico.

 

La corrupción tiene consecuencias más allá del dinero.

  1. Deslegitimación. La confianza en las instituciones democráticas se rompe.
  2. Desmovilización. Los ciudadanos dejan de participar. La democracia se debilita.
  3. Desigualdad. Los recursos que deberían mejorar vidas acaban en manos equivocadas.

 

Por qué los corruptos no son idiotas

 

Lo que hacen no es casualidad. Es metódico. Fruto de una habilidad preocupante para explotar un sistema roto.

  1. Conocimiento del sistema. Los corruptos no solo conocen las leyes, conocen sus grietas. Saben hasta dónde pueden llegar sin que el sistema los alcance.
  2. Redes de protección. Políticos, empresarios, funcionarios. Los corruptos crean un ecosistema que asegura su impunidad. Si algo sale mal, esas redes los protegen.
  3. Manipulación de narrativas. Usan los medios para desviar la atención o minimizar sus actos. Frases como "todos lo hacen" anestesian la indignación.
  4. Negación estratégica. Aunque haya pruebas, siempre niegan. Admitirlo sería el fin. Resisten, esperando que el sistema se canse antes que ellos.

 

 

En España, los corruptos no solo roban. Lo hacen con precisión. Tramas urbanísticas, desvío de fondos públicos, redes internacionales. Cada paso está calculado para evadir consecuencias. Pero lo peor no es su habilidad. Es cómo se ha normalizado.

 

La frase "roban, pero hacen cosas" resume todo. No solo justifica sus actos. También desactiva el cambio. La apatía y el cinismo se instalan, y nada cambia.

 

Aceptar que los corruptos no son idiotas no significa resignarse. Significa entender el problema para enfrentarlo mejor. Combatir la corrupción requiere algo más que promesas. Hace falta cerrar lagunas legales, desmantelar las redes de protección y fortalecer las instituciones. Pero no basta con cambiar las leyes. La ciudadanía también tiene un papel.

Una sociedad activa y bien informada puede hacer presión. La indignación debe transformarse en acción. Sin eso, la corrupción seguirá siendo parte de nuestra vida política.

 

Los corruptos no son idiotas. Eso está claro. Pero tampoco son invencibles. Su inteligencia no debería ser subestimada, pero tampoco es excusa para no enfrentarlos.Entender cómo operan es el primer paso. Lo siguiente es construir un sistema que no deje espacio para ellos. Y ahí es donde los ciudadanos tienen que estar atentos.Si no hacemos nada, la corrupción seguirá siendo el mismo viejo problema con nuevas caras.

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